Cada vez que duermo, muero. Revivo al día siguiente. No
tengo la información precisa para decir que los sueños se parezcan a la muerte,
pero a quien le importa la información precisa. Soñar es viajar, morir es
viajar, y aunque viajar no es morir, morir si es soñar. Revivir. Sembrar al
otro día todas las posibilidades, la lluvia renueva y nuestras pieles nos abrazan con la belleza del día siguiente, y que habría de nosotros sin el día
siguiente. Qué podemos decir de la muerte los que aun estamos acá. Los que
todavía no terminamos de probar la vida.
¿Cuándo es que cambié para convertirme en lo que soy? Todo esto es tan de a poco que ni se por donde empezar. Hace mucho que no me miro a mi
mismo. Soy piel huesos sangre energía que se mueve, pero también soy filosofía,
soy mi cultura que conecta los nervios del píe izquierdo con el hemisferio
derecho, soy además historia, rítmica sentido, ideas. Estando acá soy todo lo
que voy a ser después. Todo me atraviesa, todo pasa y se entrama con todo. Mientras
duermo, muero por un rato, y después revivo de a poquito. Voy volviendo a ser
lo que soy yo acá, y allá en el sueño fui otra cosa, allá soy siempre otra cosa
y aprendo de allá a ser acá en la vida algo mejor. Aprender de los sueños es la
otra manera de no ser acá siempre el mismo. Los sueños son arte, y la muerte
debe ser una muy buena obra.
Decía que al otro día hago mis cosas, riego las plantas, cocino
alimentos, dibujo espirales, canto improviso río lloro canciones y otras cosas
que ya sabes. Pero y, cuando es el tiempo de la otra realidad, de las
realidades que trascienden paralelas, de estar dentro de una película, cual es es tiempo
de las estrellas, de la religión, de los laberintos desérticos, cual es el
tiempo de todo eso que no vivimos en nuestro tiempo. El tiempo del arte.
La manera de acercarnos a la experiencia infinita es soñando, aproximarnos a una realidad aparte, a una pequeña muerte, a un viaje, busquémonos
en el sueño, ahí donde queramos estar, estemos.
Cerrando los ojos somos todos iguales, infinitos.
Cerrando los ojos somos todos iguales, infinitos.
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